Siendo Estudiante de Filosofía, ¿Por Qué Me Gusta la Música de Bach?


Como estudiante de Filosofía, el gusto por la música de Johann Sebastian Bach no es casualidad. Su obra trasciende lo puramente estético y se convierte en un ejercicio de orden, estructura y profundidad metafísica que resuena con las inquietudes filosóficas. Más allá de la belleza sonora, en Bach encontramos un cosmos musical que dialoga con la razón, la armonía universal y la trascendencia.

1. El Orden y la Razón: Bach como un Platón Musical

En la tradición filosófica, especialmente en Platón y en los pitagóricos, la música es concebida como una expresión matemática del cosmos. Bach, con su contrapunto meticuloso y sus estructuras casi geométricas, parece encarnar este ideal. Sus fugas y cánones no son meras composiciones, sino arquitecturas sonoras, donde cada nota cumple una función dentro de un sistema mayor.

Así como los filósofos buscan el orden en el pensamiento, en Bach encontramos un principio racional aplicado a la música. Cada voz en una fuga se desarrolla con una precisión lógica, como si de un argumento filosófico se tratara. Escuchar a Bach es como observar la forma en que una idea se despliega, se contrapone a otras y, finalmente, encuentra su síntesis.

2. La Trascendencia y lo Sublime

Desde Kant hasta Schopenhauer, la filosofía ha explorado lo sublime, aquello que nos sobrecoge y nos transporta más allá de la experiencia ordinaria. La música de Bach, especialmente sus obras religiosas como la Misa en si menor o las Pasiones, captura esa sensación de lo trascendente.

Incluso sin una fe explícita, el estudiante de filosofía puede admirar en Bach la expresión de lo absoluto. En su música, lo divino no es un concepto abstracto, sino una experiencia viva que, como la metafísica, nos enfrenta a lo inefable.

3. Bach y la Dialéctica: Hegel en la Música

La música de Bach también se puede entender en términos dialécticos. En una fuga, un tema se presenta (tesis), es respondido por otra voz (antítesis) y, a través del desarrollo musical, se llega a una resolución armónica (síntesis). Este proceso no es ajeno al pensamiento filosófico, que constantemente enfrenta ideas opuestas para alcanzar un nivel superior de comprensión.

Si Hegel veía la historia como un proceso dialéctico, en Bach encontramos un equivalente sonoro: una música que progresa a través del conflicto y la resolución, como una idea que avanza por medio de la negación y superación de sus propias contradicciones.

4. La Música como Lenguaje Filosófico

Ludwig Wittgenstein afirmó que "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo". Sin embargo, la música, y en especial la de Bach, parece expandir esos límites. Si el lenguaje filosófico a veces tropieza con la imposibilidad de expresar ciertas realidades, la música logra capturarlas sin palabras.

Bach nos muestra que el pensamiento no solo se articula en palabras, sino también en sonidos. La estructura de sus obras nos permite "pensar" en términos musicales, percibir relaciones, tensiones y equilibrios sin necesidad de conceptos explícitos.

 Un Encuentro Natural

Siendo estudiante de filosofía, el gusto por la música de Bach no es una simple preferencia estética, sino el reconocimiento de una afinidad intelectual y espiritual. En su obra encontramos orden, trascendencia, dialéctica y una forma alternativa de pensamiento, todo lo cual resuena profundamente con el ejercicio filosófico.

Escuchar a Bach es, en cierto sentido, hacer filosofía con el oído. Su música es una meditación en sonido, un diálogo con la razón y con lo absoluto, una forma de comprender el mundo más allá de las palabras. Y quizás por eso, como estudiante de filosofía, su música me resulta tan fascinante.

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