La docencia como labor: más allá del trabajo técnico
1. Introducción
En tiempos de creciente tecnificación del sistema educativo y de evaluación permanente del rendimiento docente, conviene detenerse a pensar qué es, en esencia, enseñar. Si bien la docencia implica tareas laborales concretas —como planificar clases, corregir trabajos o cumplir horarios—, limitarla a la categoría de "trabajo" supone desconocer su dimensión más profunda. Este ensayo sostiene que la docencia es, ante todo, una labor, entendida como una actividad que compromete al sujeto en su totalidad, más allá de la lógica instrumental del hacer.
2. Trabajo, obra y acción: una distinción clave
La filósofa Hannah Arendt, en La condición humana (1958), distingue entre trabajo, obra y acción como formas de la actividad humana. El trabajo se refiere a la producción de bienes necesarios para la subsistencia y es efímero; la obra, en cambio, es duradera y crea mundo; mientras que la acción se manifiesta en la pluralidad de los seres humanos y tiene un carácter político.
En este marco, la docencia no puede reducirse a trabajo, pues no se agota en la producción repetitiva ni en la ejecución de tareas. Tampoco es solo una obra, aunque deja huella en el mundo. La docencia implica también acción, en tanto acontecimiento entre sujetos que dialogan, se transforman mutuamente y configuran sentidos. En palabras de Arendt, “la acción es la única actividad que pone en relación directa a los seres humanos sin intermediarios” (Arendt, 1958, p. 236). En ese sentido, enseñar es entrar en relación viva con otros, no simplemente ejecutar funciones.
3. La formación del carácter: docencia y ética en Aristóteles
Desde la tradición clásica, Aristóteles señala en la Ética a Nicómaco que la educación no tiene como fin primario el conocimiento teórico, sino la formación del carácter y la disposición hacia una vida virtuosa. El maestro, en este contexto, no es un técnico, sino un formador de almas, un agente ético que orienta a los jóvenes hacia la eudaimonía, la plenitud de la vida humana.
Este enfoque permite comprender la docencia como una praxis, en el sentido aristotélico del término: una acción orientada al bien, que no busca una utilidad externa sino que tiene valor en sí misma. Así, enseñar no es un medio para producir capital humano, sino un modo de realizar la vida buena con otros.
4. Vocación y labor: el llamado a enseñar
La palabra vocación proviene del latín vocare, “llamar”. Enseñar, para muchos, es una respuesta a un llamado interior que trasciende lo económico o funcional. Esta noción remite a una experiencia de sentido: el docente no simplemente realiza una actividad remunerada, sino que se siente comprometido con una tarea que lo implica existencialmente.
Desde esta perspectiva, la docencia puede comprenderse como labor en el sentido en que lo plantean autores como Viktor Frankl (2006), quien sostiene que el ser humano se realiza en la medida en que encuentra un sentido a lo que hace. En este caso, el sentido de la labor docente radica en la posibilidad de transformar vidas a través del conocimiento, la palabra y el ejemplo.
5. Enseñar como acto político: la resistencia del pensamiento
Finalmente, la docencia no es solo una labor ética o existencial, sino también política. En un mundo que tiende a mercantilizar el saber y estandarizar el pensamiento, enseñar a pensar es un acto de resistencia.
La labor docente, desde esta óptica, consiste en abrir espacios de pensamiento crítico, de imaginación ética y de compromiso con la realidad. Enseñar es formar ciudadanos, no solo trabajadores; es habilitar la palabra, no solo transmitir contenidos. En esta dimensión, el aula se convierte en un territorio donde aún es posible interrumpir lo dado y pensar lo que podría ser.
Palabras finales
Reducir la docencia a un trabajo es ignorar su densidad humana, su potencia ética y su vocación transformadora. Enseñar no es solo cumplir tareas, sino participar en una labor formativa y existencial, que deja huella en los otros y en uno mismo. En un tiempo que exige resultados inmediatos y eficiencia técnica, reivindicar la docencia como labor es un acto necesario para preservar el sentido profundo de la educación: formar seres humanos capaces de pensar, sentir y habitar el mundo de manera significativa.
Referencias bibliográficas
Arendt, H. (1958). La condición humana. Barcelona: Paidós.
Aristóteles. (1999). Ética a Nicómaco (Trad. Antonio Gómez Robledo). México: UNAM.
Frankl, V. (2006). El hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.

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