EPISODIO 18: “La Sangre del Silencio”
Escena de apertura:
Amanecer gris. La ciudad llora con una llovizna persistente. Jonathan camina bajo su paraguas negro, como una sombra entre sombras. El crucifijo de San Benito roza su pecho: un recordatorio de que está librando una guerra en dos frentes.
El crimen:
Un sacerdote aparece muerto en una sacristía antigua. No es solo un asesinato: es un sacrilegio. Las velas apagadas, las imágenes volteadas, el altar profanado.
Jonathan, apenas entrando, cierra los ojos y usa su percepción emocional:
Sensibilidad empática de espacio:
Sentir la energía emocional latente en el lugar. Un frío particular envuelve el altar: rabia, humillación, desesperanza.
Interrogatorio en la iglesia:
Jonathan entrevista a feligreses, monaguillos y empleados.
Microexpresiones:
Observa que el viejo sacristán tiembla al hablar del confesionario, desviando la mirada: sabe algo.
Resonancia de objetos:
Jonathan toca el borde del confesionario y tiene una breve visión: un niño llorando en confesión y una mano profanadora acercándose.
Diálogo con Thelma en la iglesia vacía:
(Se sientan en los últimos bancos, el eco de sus voces llena el vacío.)
Thelma: "¿Puede la fe redimir al culpable o solo consolar al inocente?"
Jonathan: "La fe no es un escudo contra el mal que ya nos ha herido... pero puede ser la semilla que nos impide volvernos monstruos."
Thelma: "¿Y si el monstruo ya habita dentro?"
Jonathan (cerrando los ojos): "Entonces la lucha no es solo contra el mundo, sino también contra uno mismo."
Investigación:
Estudiando antiguos registros parroquiales —y analizando patrones de lenguaje en confesiones anónimas dejadas en cartas—, Jonathan descubre pistas veladas: confesiones de un antiguo abuso, el abandono del niño por parte de la misma comunidad religiosa.
Persecución y confrontación:
El asesino, un exmonaguillo ahora adulto, planeaba otro ataque. Jonathan lo persigue hasta el techo de la iglesia en plena tormenta.
Provocación emocional controlada:
Durante la pelea, Jonathan usa palabras para desestabilizarlo psicológicamente, recordándole que el verdadero perdón no lo debilitaría sino que lo liberaría.
Diálogo dramático en el clímax:
(En el tejado, bajo la tormenta.)
Jonathan: "No eres libre, solo eres esclavo de tu herida."
Asesino (gritando): "¡Ellos mataron mi fe!"
Jonathan: "No, tú la enterraste cuando decidiste ser como ellos."
La lucha física es salvaje: puñetazos, forcejeos, resbalones. Finalmente, Jonathan lo inmoviliza, sujetándolo al piso mojado con una brutal llave.
Cierre:
En casa, tras limpiar su crucifijo, Jonathan reflexiona en su cuaderno:
"El mal no se combate con odio. Se combate permaneciendo humano donde todo dentro de ti pide que te conviertas en bestia."
Última imagen:
Jonathan se queda dormido, exhausto, con la mano aún sobre el crucifijo. La tormenta se disipa lentamente fuera de su refugio.

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