“Aprender a estudiar”
Sala de profesores. Afuera oscurece. Dentro, el silencio solo es interrumpido por el zumbido del fluorescente. Diego cierra una carpeta. Máximo prepara té con movimientos lentos. Se sientan frente a frente. El cansancio no apaga la lucidez.
DIEGO
Máximo…
hoy volví a ver lo de siempre.
Alumnos brillantes…
que no saben estudiar.
No porque no quieran.
Porque nadie les enseñó cómo.
MÁXIMO
No les enseñaron a estudiar…
porque el sistema no sabe lo que eso significa.
DIEGO
¿No es paradójico?
Una institución que se llama educativa,
que presupone que los estudiantes deben estudiar…
pero que no les da las herramientas interiores para hacerlo.
MÁXIMO
Porque confunde estudiar con consumir información.
Y aprender… con aprobar.
DIEGO
Exacto.
Les damos textos, tareas, exámenes…
pero no silencio, método, gusto.
No hábito.
No sentido.
MÁXIMO
Porque para enseñar a estudiar,
habría que enseñar primero a amar la verdad.
Y eso no entra en el diseño curricular.
DIEGO
¿Y qué es, para vos, estudiar?
MÁXIMO
Es una forma de oración.
Un acto de humildad.
Estudiar es ponerse en silencio ante algo que te trasciende
y dejar que te transforme.
DIEGO
Entonces… estudiar también es una forma de ascética.
MÁXIMO
Claro.
Requiere orden, repetición, atención, renuncia a lo inmediato.
Y eso es justo lo que el sistema evita.
Porque el sistema no quiere formar personas…
quiere producir resultados.
DIEGO
¿Y por qué no enseñan a pensar?
MÁXIMO
Porque pensar es peligroso.
Implica detenerse.
Y el sistema está hecho para moverse.
Rendir, ejecutar, competir.
DIEGO
Entonces el estudiante que quiere estudiar…
está solo.
MÁXIMO
A menudo, sí.
Pero basta con un maestro que lo mire,
que le enseñe a leer un texto con paciencia,
a hacer preguntas con honestidad,
a subrayar con el alma…
y ese alumno se despierta.
DIEGO
Entonces lo urgente…
no es tanto más contenidos,
sino más testigos.
MÁXIMO
Testigos del amor por el saber.
Del silencio como método.
Del tiempo como aliado.
Y del esfuerzo como camino a la libertad interior.
(Ambos callan. El té ya está frío. Pero la conversación ha calentado algo que no se enfría fácilmente.)
Referencias
Josef Pieper, El ocio y la vida intelectual
Simone Weil, Espera de Dios (el estudio como oración)
Santo Tomás de Aquino, De Magistro
Platón, Carta VII – “El saber no se transmite como una fórmula”
Rafael Gambra, El silencio de la verdad
C.S. Lewis, La abolición del hombre

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