“El peso de la palabra”

 



Aula universitaria al anochecer. La luz entra oblicua por los ventanales. Diego, Máximo y Eduardo conversan alrededor de una mesa con libros y apuntes. El aire está cargado de pensamiento.


DIEGO

Un estudiante me contó, con cierta tristeza, que un docente le dijo:

“Si te afecta lo que digo, es tu problema.”

Y me quedó resonando…

¿cómo puede enseñarse desde ahí?


MÁXIMO

Esa frase no es sólo falta de empatía.

Es una negación de la relación humana.

Una forma de decir: yo no te veo.

Y donde no hay mirada,

no puede haber enseñanza.


EDUARDO

Además es una falacia peligrosa.

Presupone que el lenguaje es inocuo,

como si hablar fuera simplemente emitir sonidos.

Pero el lenguaje tiene efectos, modela la realidad.

Austin lo mostró: decir es hacer.

Y si lo que decís lastima, no podés evadir la responsabilidad con una coartada emocional.


DIEGO

Exacto.

Esa frase no libera: excusa.

Transforma la agresión en virtud

y la sensibilidad en defecto.


MÁXIMO

Es también una forma de gaslighting.

Porque al negar la herida que causás,

haces que el otro dude de su propia percepción.

Es una manipulación sutil:

el dolor que generás… te lo devuelvo como si fuera tu debilidad.


EDUARDO

Y más profundamente, refleja una ética del desligue.

Una ética sin rostro.

Levinas diría que se ha roto la responsabilidad infinita ante el otro.

Gilligan lo llamaría una lógica masculina de poder emocional:

quien se muestra afectado, pierde.


DIEGO

Pero es falso que la sensibilidad debilite.

Lo que verdaderamente debilita

es no poder asumir el efecto que uno tiene en el mundo.

Eso no es fortaleza. Es egoísmo.


MÁXIMO

Y es profundamente violento.

No físicamente, sino simbólicamente.

Porque el lenguaje no sólo informa: forma.

Y quien se niega a ver lo que causa,

está ejerciendo poder sin rostro.


EDUARDO

Por eso enseñar filosofía implica custodiar el lenguaje.

Saber que una palabra puede destruir…

pero también puede restituir.

Y que lo verdaderamente fuerte no es blindarse,

sino ser capaz de hablar sin herir.


DIEGO

Entonces… ¿cómo respondemos a esa frase?


MÁXIMO

Con otra.

No defensiva, sino verdadera:

“Lo que decís me toca. Porque existo. Y porque existís.”

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