“Honor: la virtud que incomoda al hombre moderno”
Escenario: Parque universitario. Tarde dorada. Caminan por un sendero de álamos secos. El aire es frío, pero sereno. Los tres están en silencio, hasta que Diego rompe la quietud con una inquietud punzante.
Diego:
Hoy escuché a un colega decir que el honor es una noción patriarcal obsoleta. Que lo único importante es “ser fiel a uno mismo”. Me quedó resonando. ¿Puede un hombre llamarse íntegro si no vive para algo mayor que él?
Máximo:
No, no puede. El honor implica una medida trascendente. Ser fiel a uno mismo no significa nada si uno mismo está torcido. El honor no se impone: se conquista. Y sólo cuando se reconoce que hay algo más alto que el yo.
Eduardo:
Aristóteles decía que el honor no es la mayor virtud, pero sí el premio de todas.
> “El honor es lo que los hombres buenos desean como recompensa por su virtud.” (Ética a Nicómaco, IV, 3).
Pero hoy se desea el premio sin el mérito.
Diego:
Y en esa búsqueda, se confunde la visibilidad con el honor. La gente se expone… no por deber, sino por vanidad. Todo se volvió espectáculo.
Máximo:
Porque se ha perdido el sentido del testimonio silencioso.
> “Cristo no vino a traer la paz, sino la espada: vino a mostrar la verdad; y la verdad divide.”
(Leonardo Castellani, Cristo ¿vuelve o no vuelve?, Ed. Vórtice).
El hombre de honor no busca evitar el conflicto: permanece en la verdad incluso cuando le cuesta.
Eduardo
Pero eso hoy es visto como agresión. El varón que se sostiene en la verdad sin negociar es llamado “tóxico”.
Nos quieren dóciles, no virtuosos.
Diego:
¿Y cómo se forja hoy ese hombre de honor? ¿Cómo enseñar a un joven a no venderse por aprobación?
Máximo:
Con ejemplo. Con renuncia. Con conciencia de legado. El honor no nace del instinto: nace del hábito virtuoso.
Como dice Pieper:
> “El honor es la reverencia que el hombre se debe a sí mismo en cuanto responsable ante Dios.”
(*Josef Pieper, Las virtudes fundamentales).
Eduardo:
Y también con dolor. El honor no sobrevive sin sacrificio. La fidelidad al deber implica a veces quedar solo, perder amistades, asumir el desprecio.
El hombre que busca ser bueno... incomoda. Porque no juega al cinismo.
Diego (mirando al suelo):
Y sin embargo, es el único tipo de hombre que sostiene vínculos verdaderos: esposo fiel, padre presente, amigo leal.
Máximo:
Y testigo. Porque el honor es una forma de santidad laica. Cuando se vive con nobleza, aunque el mundo no aplauda, se honra al Padre que ve en lo secreto.
Permanecen en silencio. Las hojas caen como si sellaran un compromiso. No hay solemnidad afectada. Solo la certeza de que, en un mundo ruidoso, el verdadero varón es el que honra… y no se exhibe.

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