“La máscara bajo la cruz”




Aula vacía. La tarde cae sobre los vitrales de la universidad católica. Las voces de los tres se entrelazan con el silencio de los bancos. En el centro, una Biblia, un cuaderno, y la pregunta inevitable.


DIEGO

Máximo…

¿cómo explicás lo que pasa en algunas universidades católicas?

Docentes que se presentan como creyentes, incluso devotos,

que citan a San Agustín en clase…

pero luego celebran el divorcio, justifican el aborto,

o ridiculizan la fe de los que la viven con coherencia.


EDUARDO (con dolor contenido)

La fe se ha vuelto credencial institucional.

Un símbolo conveniente para pertenecer…

no un fuego que consuma.


MÁXIMO

El mayor escándalo no es el pecado evidente.

Es la simulación respetable.

Es enseñar en una universidad católica,

pero avergonzarse del Magisterio.

Es comulgar…

y luego aconsejar a un alumno que “reconstruya su vida”

repudiando a su familia.


DIEGO

Entonces no es que perdieron la fe…

es que nunca la dejaron entrar del todo.


EDUARDO

No buscan la verdad.

Buscan compatibilizar el Evangelio con su comodidad.

Y cuando la cruz incomoda…

la cruz se redefine.


MÁXIMO

Santo Tomás decía que la fe debe ser forma de vida,

no solo opinión teórica.

Cuando el alma está dividida,

las palabras de fe se vacían…

y se convierten en discursos rentables.


DIEGO

Y mientras tanto…

el alumno confundido escucha que “todo es diálogo”,

que “el dogma es opresivo”,

y que “lo importante es la autonomía”.

Pero ¿y el Evangelio?

¿Y el temor de Dios?

¿Y la fidelidad a lo revelado?


EDUARDO

Son voces que ya no creen…

pero tampoco se van.

Porque el sistema los contiene,

los aplaude, los premia.

La herejía, si se dice con amabilidad,

es vista como innovación.


MÁXIMO

El problema es eclesial:

confundimos inclusión con complicidad,

tolerancia con cobardía.

Y mientras tanto,

el falso converso enseña… desde el altar del aula.


DIEGO (dolido)

Y muchos jóvenes, buscando una fe viva,

se encuentran con manuales vacíos

o con profesores que ridiculizan al que cree.


EDUARDO

O peor:

que usan el lenguaje cristiano para vaciarlo de su contenido.

Hablan de “misericordia” sin justicia,

de “acompañamiento” sin verdad,

de “amor” sin cruz.


MÁXIMO

Hay algo peor que no creer:

es enseñar a otros que no importa creer.


DIEGO

Entonces…

¿quién dará testimonio dentro de estas instituciones?


MÁXIMO (mirándolo con firmeza)

Vos.

Y los pocos que todavía tiemblan al pronunciar el nombre de Cristo.

No con violencia, no con soberbia…

sino con fidelidad dolorosa.


EDUARDO

Quizás somos minoría.

Pero como decía San Pablo:

> “Es necesario que haya escándalos,

para que se manifiesten los que son verdaderos.” (cf. 1 Cor 11,19)


MÁXIMO

Y como diría el mismo Cristo:

> “Por sus frutos los conoceréis.” (Mt 7,16)

Porque quien vive del Evangelio,

no lo negocia por una cátedra,

ni lo disfraza con progresismos.

Lo abraza… aunque le cueste.

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